domingo, 24 de julio de 2016

SONAR FÁCIL, AUNQUE NO LO SEAS



Sobre el cantante y compositor Gustavo Cerati (1959-2014), uno de los músicos de rock en español más influyentes de nuestra época, que el jueves 4 de septiembre del 2014 tomó su último vuelo a la Ciudad de la Furia. Gracias, porvenir.

Gustavo Cerati, música y palabra


Kike Álvarez  












La música de Cerati tiene una característica muy particular: las palabras que usa en sus canciones suenan musicales. Es una cualidad muy armónica. Esas palabras son agradables al oído de un modo que parece significar por sí solo, como si no necesariamente hubiera que entender lo que la letra, como tal, dice.
Más allá del significado de esas palabras en sí mismas, una persona podría cantar su música sin pensar en lo que está diciendo, y de igual manera sonaría bien. Es como si un nativo de Medio Oriente, que no entendiera ni media palabra de español, y menos aún del español latino-curepa de Cerati, escuchara una de sus canciones, y de igual manera le llegara lo que expresa Cerati, e inclusive parte del texto. Es el sonido físico que tienen las palabras que Cerati utiliza: ese sonido es armónico, «suena armónico». Las vibraciones que producen sus palabras son muy armónicas.
Esta cualidad armónica la enfatiza su voz, que era una muy buena voz, muy afinada y expresiva. Era un vocalista digno de imitar. Y utilizaba la voz para transmitir muy bien el sentido y completarlo. Es la entonación y la articulación de cada palabra escogida. Y el resultado suena lindo, suena fácil, aunque no lo sea.
Suena fácil, aunque no lo sea. Por eso, al mismo tiempo, su música es siempre una compañía universalmente grata, un sonido bastante sencillo de tocar en la guitarra y muy ameno para cualquier reunión con una guitarra de por medio.
Por otra parte, su música lo reflejaba muy bien a él, a Cerati; un rock fino, de alta alcurnia. De alguna manera, su música suena chic, cool, con onda… Usaba la obscenidad muy educadamente, muy como argentino culto de Buenos Aires. Basta escuchar detenidamente el tema Persiana americana en su versión sinfónica para percibir el refinamiento de esa poesía porno-tierna.
Si recordamos sus frases, frases como: «…y cuando el mundo enmudece y las promesas engañan, nos revolcamos en el jardín...», etcétera, vemos que nunca es discordante. Mezcla su gran filosofía con un poco de romanticismo atrevido y así consigue llegar a todo tipo de público sin ofender a nadie. Habla de un «modelo para armar», pero nunca para desarmar… Es por este tipo de cosas que siempre suena muy bien, muy acorde a cualquier oído, incluso cuando el significado literal de sus letras sea calificable de «drogón» o de «obsceno».
Aunque sabemos de sus cambios constantes, de sus incesantes búsquedas, de su permanente renovación –Cerati ha hecho cosas muy interesantes en sus diferentes etapas, inclusive en sus transiciones–, ya en sus inicios, musicalmente con un estilo aún un poco heredado del british rock punk, Gustavo ya marcaba la diferencia con su voz, tan cristalina, y sus juegos de palabras tan armónicos.
Cerati arranca con su trío haciendo una onda muy street band, con letras de protesta en contra del jet set, e, irónicamente, uno puede sentir que lo está deseando. Ahora, por otro lado, tiene una manera tan «melodiosa» de expresar sus situaciones alucinógenas. Como ese «Yo… caminaré entre las piedras… Hasta sentir el temblor…»: sus palabras también ayudan mucho rítmicamente. Y le dan énfasis a la frase, tanto a la frase musical como a la frase lírica. La música de Cerati se caracteriza por el sonido de las palabras que utiliza. ¡Y es un gran poeta!

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