sábado, 30 de noviembre de 2013

CORTOMETRAJE GRABADO POR UNA CÁMARA DE SEGURIDAD



Viernes, 29 de noviembre. Asunción. Suramérica. 2013 d. C.


Noche.

En algún lugar del siglo XXI, J. C. y M. Á. suben por las escaleras internas de una de las alas laterales de un enorme edificio y se detienen en el descansillo a mirar una cámara de seguridad.

Arre, a sonreír a las cámaras

















J. C.: Como seguramente ya sabés, estas cámaras también tienen micrófono.

M. Á.: &%$@!!**$#!!!

J. C.: ¡No, no, mentira, jajá! 

M. Á.: Puffffffffff…

J. C.: ¡Jajá! Hubieras visto tu cara.

M. Á.: La verdad es que tiendo a veces a las fabulaciones paranoicas.


La paranoia se palpa en el aire












J. C.: Es difícil no tender a eso actualmente.

M. Á.: El aire es un transmisor de datos codificados en permanente descodificación y el espacio está infectado de señales tecnológicas: se respira información. Hasta dónde nos rastrean los radares y qué pueden detectar de nosotros los detectores, eso tan solo lo sabrá Luzbel.

J. C.: Nooooo, ojalá solo fueran radares y detectores: la otra vez estaba mirando artilugios fotográficos de última generación en un local de Ciudad del Este y entraron dos brasileños que buscaban allí un «detector de radar». Es para detectar si alguien, por radar, los sigue. El detector detectado.

Montse Álvarez guionista del cortometraje













M. Á.: Pues te propongo un cortometraje sobre esa tienda de Ciudad del Este.

J. C.: Dale.

M. Á.: Siguiente escena: el detector entra y pide un detector de detector de radar para saber si ellos detectan que los está detectando; ellos le piden entonces al vendedor un detector de detector de detector de radar para saber si ese que los está detectando detecta que ellos detectan que los está detectando

J. C.: ¿No será que estamos medio paranoicos de repente, che?

M. Á.: Siguiente escena: una vez así desatado matemáticamente el infinito virtual por este «Big Bang» de thriller, el radar, «primer motor», causa sui, pasa a la categoría de entelequia primero y después a la de ficción, hasta que otro Jean Paul Richter u otro Nietzsche traen al mundo la noticia monstruosa de que ha muerto.


 Los sueños de la posthumanidad 















J. C.: Me gusta. Che, ¿y no fumás vos?

M. Á.: Escena final: ya irreconocible, ya fantástico, ya todo menos el banal y contingente radar originario (pero, ¿acaso fue realmente, cabe preguntarse, contingente y banal alguna vez, ahora?), el antiguo «motor inmóvil» se aloja en el inconsciente y resucita en los sueños de la posthumanidad atea o agnóstica. Solo entonces, muerto, cobra en esos poderosos universos paralelos rica y verdadera vida; con el detalle adicional de que nadie lo sabe ni lo puede saber. Porque el saber pertenece al mundo de la vigilia.

J. C.: Chaaa… No sé si es porque son buenas o nomás porque yo soy medio loco, pero qué me importa, a mí me encantan tus ideas. ¡Vamos a filmar tu guion!

M. Á.: ¡Súper!

J. C.: Eh, y el cortometraje, o mediometraje, o tal vez largometraje, no sé, se me ocurre que se podría llamar Siete cajas de Pilsen, o si no Siete cajones, o algo así, aunque la verdad es que me doy cuenta de que ese título no tiene nada que ver con el tema y te lo digo solo para ver si aprovechamos el momento comercialmente y así de paso que hacemos arte ligamos guita, flaca…

M. Á.: No pues…

J. C.: Es que, ahora que lo pienso, lo que no tenemos es guita.

M. Á.: Ndee… Siempre ese detalle cortamambo. Nunca tenemos guita.

J. C.: No hay caso. Nos vamos a Ciudad del Este. Tendremos que ir a esa tienda a pedir un detector de detector de metales.


    
La expedición ha comenzado


M. Á.: Y bueno, vamos a buscarlo. La historia nos absorberá. 















domingo, 24 de noviembre de 2013

LA MATERIA DEL MISTERIO

Hoy el Suplemento Cultural de Abecé Color aborda un antiguo tema que tiene un nuevo pico de vigencia porque la Nasa, hace diez días, acaba de lanzar la nave no tripulada Maven hacia el Planeta Rojo: los misterios astrales y, en particular, el escenario predilecto de las fantasías cósmicas: Marte. Aquí un par de enlaces que hablan de La materia del misterio: Marte y la ciencia ficción, de la alteridad y la entropía como terrores siderales, del remedio a la entropía que son todos los parásitos y en especial los artistas, de un póker marciano-musical de tres: el rock, el pop y la electrónica y del (¿hum?) (M)-Arte. Para que no se quejen de que no les traigo el periódico de hoy a casa, o a la pantalla, como buena canAllita, y de que los envío al quiosco, o a la página, del diario, les dejo al menos uno de los artículos ahí abajo:
Gulliver a punto de irse a Laputa en la edición de Leipzig de 1910 de Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift.
Domingo 24 de noviembre 2013  
La materia del misterio: Marte y la ciencia ficción
Por Montserrat Álvarez
«La cápsula Maven de la agencia espacial estadounidense NASA despegó hoy sin complicaciones desde Cabo Cañaveral (Florida) a bordo del cohete Atlas 5, con rumbo a Marte.» (Agencia EFE, lunes 18 de noviembre del 2013)
«–En Marte existe muy poca delincuencia –observó el inspector Rawlings con tristeza–. La verdad, por eso me vuelvo al Yard. Si me quedara más tiempo, perdería toda mi práctica.» (Arthur C. Clarke: Crimen en Marte)
LA FASCINACIÓN ANTIGUA
La fascinación humana por los astros y por «los negros espacios interestelares», como diría Lovecraft, es mucho más antigua que las sondas espaciales, y mientras los endebles tanteos de neonato de nuestros artilugios tecnocientíficos avanzan lenta y penosamente desde hace medio siglo en la exploración de su epidermis rocosa, las rápidas y poderosas pasiones de la especie ya han colonizado Marte con sus profundos terrores y prodigiosas esperanzas desde la antigüedad. Y como la imaginación es más veloz que el viento y los relámpagos, cuando en la más conocida de las obras de Swift el extraviado viajero Gulliver se va (con perdón) a Laputa, descubre en esa gran isla flotante un avanzadísimo conocimiento astronómico entre cuyos hallazgos están, un siglo y medio antes que en «la vida real», las lunas marcianas: los habitantes de Laputa, en Los viajes de Gulliver, de 1726, conocen ya lo que descubrirá en 1877 Asaph Hall, que con morboso gesto dio a las lunas de Marte, llamado así por el dios romano de la guerra, par del Ares heleno, sus macabros nombres griegos: Phobos, «miedo», y Deimos, «terror», compañeros naturales de la masacre y la furia.
ARQUEOLOGÍA DEL FUTURO
Ese 1877 es el mismo año en el que Schiaparelli vio en la superficie marciana, a través del telescopio, aquellas líneas a las que llamó canali, término que en italiano significa cauces, en general, tanto naturales como artificiales, pero que, tomado en el segundo sentido, leído en lengua inglesa, inspiró al excéntrico astrónomo Perceval Lowell una teoría que difundió en su libro Mars, de 1895, y que rápidamente conquistó un amplio y firme crédito en el público: según Lowell, los marcianos habían construido estos «canales», visibles por el telescopio, para llevar agua desde los polos de su roja morada hasta sus desérticas ciudades ecuatoriales. Ya ves, pues, oh beatífico lector, oh angelical lectora, por qué, si de vida extraterrestre se trata, se piensa generalmente en marcianos antes que en uranianos, en saturninos o en venéreos: es porque los canali de Schiaparelli, leídos por Lowell como «canales», poblaron Marte con biologías fantásticas. E inteligentes (con nociones de ingeniería, por lo menos). Y monstruosas. Y desde entonces, aunque nunca hayamos viajado a Marte en una nave física, lo hemos visitado incontables veces en aventuras vividas a través de novelas, de juegos, de cuentos y de películas.
VISITANTES VISITADOS
Pero otras veces nosotros hemos sido los visitados por ellos, al menos desde la primera vez que huyeron de su rojo planeta agonizante para invadir en terroríficos fascículos la tierra, comenzando sus letales avances desde el sur de Inglaterra, en 1897. Fascículos angustiosos reunidos un año después en el libro La guerra de los mundos –guerra declarada de modo oficial con el tecnológicamente aplastante ataque marciano, Rayo de Calor y Humo Negro tóxico incluidos, a Londres– por Herbert George Wells. Mas, ¡ay!, no terminaron allí, ni mucho menos, las desgracias terrícolas: faltaba, entre otras batallas, la del 30 de octubre de 1938, en que la CBS emitió la lectura de un guion basado en el relato victoriano de Wells, adaptado para la radio por Orson Welles e interpretado con talento tan diabólico que los oyentes no se percataron de que era una ficción, pensaron sin dudarlo que era un noticiero y que la invasión marciana era una catástrofe real y, aullando de pánico, salieron en desbandada, casi dos millones de humanos despavoridos ante la inminencia de un verde apocalipsis, a las calles de Nueva York y Nueva Jersey.
Orson Wells siembra el terror desde la radio el día de Halloween de 1938
GUERRA, AMOR, AVENTURA
No era para menos. Todo cuanto, por las sondas especiales enviadas al Planeta Rojo desde los años sesenta del siglo XX, sabemos de Marte impresiona. Sabemos, por ejemplo, que las montañas más altas del Sistema Planetario Solar están en Marte, que en Marte está el Monte Olimpo, volcán (extinto) de veinticuatro kilómetros de alto, y que en Marte hay tornados, huracanes y tormentas de polvo mucho más grandes que los de la Tierra. Pero Marte fue también el Marte del amor y de la adrenalina, el Barsoom de los nativos –de los «barsoomianos»–, el de las aventuras de John Carver, que, entre razas humanoides y enormes extraterrestres semejantes a colosos colorinches de ojos flúo o bestias mitológicas, conquistó a la princesa Dejah Thoris de Helium. Carver, que será nombrado el «Señor de la Guerra», personaje fabuloso de una épica atrevida, desfachatada, completamente pulp, una trampa de acontecimientos en la que no importa nada, salvo atrapar y retener la atención desde el comienzo hasta el happy –o el casi happy, cuando menos– end y en la que los obstáculos que a los autores intelectualmente más exquisitos harían titubear son derribados a decididas y traviesas patadas en un triunfo perfecto de la pura diversión. Carver, que, acostumbrado a la mayor gravedad de la Tierra, es más ágil y más fuerte en la atmósfera de Barsoom que los aborígenes, y que aprende a hablar en marciano en unos pocos días, proeza que el autor, Edgar Rice Burroughs –célebre ante todo, recordarán ustedes, por Tarzán de los Monos–, explica en un par de líneas con el simple comentario de que el marciano es un idioma facilísimo.
TIPOLOGÍA SCI-FI
Este es un modelo del Marte retratado por esa línea de la ciencia ficción que subordina con absoluto desenfado la ciencia a la ficción y la usa para lograr una verosimilitud que dé aún más libertad al placer de fantasear. Otro modelo del Marte imaginado corresponde a esa línea de la ciencia ficción que podría incluir a los escritores que, como Asimov (que no ha escrito solo sobre Marte, sino también sobre Puertomarte y sobre estar en Puertomarte sin Hilda) o Arthur C. Clarke (el encanto de la rutina en las arenas de Marte y del absurdo escritor Gibson y sus desdeñosos compañeros de viaje en heroica lucha contra el tedio: «por mucho tiempo las cartas y el ajedrez representaron la clásica elección, hasta que un ingenioso inglés descubrió lo interesante que era arrojar dardos sin la acción de la gravedad. La distancia al blanco era de diez metros y el juego en sí obedecía a las mismas reglas observadas durante siglos en la atmósfera de cerveza y humo de tabaco de las tabernas inglesas») –ambos, por cierto, divulgadores científicos además de narradores– han tenido un intercambio más constante con los conocimientos ortodoxos de la «era espacial». Un tercer modelo del Marte ficticio correspondería a esa ciencia ficción de escritores como Bradbury. Un autor que, más que en la ciencia por sí misma, prefirió pensar el impacto de los cambios de la ciencia en la subjetividad humana. En los cuentos sobre Marte, Bradbury se preocupó menos de la ciencia espacial que de dar forma subjetivamente a las experiencias posibles y pensables de la colonización de otros planetas, del abandono del hogar, la Tierra. Se preocupó ante todo por dar realidad y vida a las tristezas del futuro, a sus emociones y desafíos, a su previsible horror, a su eventual poesía. Se ocupó de la soledad y del éxodo, del porvenir desconocido y del pasado irrecuperable; puso en esas Crónicas Marcianas «sus largos domingos vacíos, su tedio americano», como decía Borges.
LA MATERIA DEL MISTERIO
Entre los tres tipos de retrato del planeta preferido de la ciencia ficción, y los tres tipos correspondientes de relatos esbozados aquí, el introspectivo Marte de Bradbury tiene las imágenes poéticas más poderosas: desiertos mudos, paisajes fantasmales, pueblos abandonados, sorda melancolía. Bradbury situó la nostalgia en el futuro; eso lo hace, por antonomasia, el poeta del espacio. El de la era espacial. Y veo una continuidad oscura entre este lirismo que sedujo a Borges en el mejor Bradbury y, dentro del subgénero –lo llamaré así de un modo muy lato y provisorio– de las series de televisión, Los Expedientes Secretos X, que utiliza la ciencia ficción para tocar temas relacionados con las zonas más terribles de la subjetividad humana, temas como la locura y todo lo «irreconocible», lo «monstruoso»: alteridad literalmente atribuida al «alien» como siniestra metáfora de cuanto, pese a que, a fuer de humanos, no nos lo debiera ser, nos es, o nos parece que nos es, lo más «ajeno».
El espacio «exterior» es, así, el lugar fascinante y aterrador de lo más íntimo, de lo más interno, situado precisamente afuera, como lo «exterior», y en lo más distante, para poderlo entender en forma de fantasía, para poderlo pensar como ficción, para poder darle forma a lo que, por oculto y subterráneo, por próximo, no tiene forma alguna, para dar corporeidad y voz y concretar en personajes y lugares, figuras e imágenes literarias y cinematográficas, lo que, de tan propio, reclama volverse «alien», volverse, en jugarreta etimológica incurro, «ajeno», alienum, «alienígena», para poder ser mirado sin cegar, para poder, pues, ser visto. Toda esa materia hecha de lo tan solo posible, de la posibilidad pura, y, en rigor, lógicamente, de lo absolutamente desconocido es, por esta razón, la del misterio.
Ziggy Stardust, la materia del misterio

sábado, 23 de noviembre de 2013

PROVERBIA


APRENDE DEL AYER
ACTÚA HOY
PROYECTA EL MAÑANA

Pero ahora, a dormir la siesta

Dama Satán como Montserrat Álvarez y el nihilismo trucho: NO hacer NADA














Primera entrega de Nihilismo Trucho: NO hacer NADA de NADA
Gratis con tu ejemplar de mi próximo libro más tres chapitas de cerveza marcadas con sangre de loro

Q. E. P. D.


ACABA DE EXTINGUIRSE PARA SIEMPRE 
HACE POCOS MINUTOS UN GRAN, 
EXTRAORDINARIO Y BRILLANTE PAN DULCE



Corpus delicti -Montserrat Álvarez: serial eater















Q. E. P. D.


Se sienta, pone en la mesa el pan dulce con nueces, avellanas y almendras que hacen en la panadería alemana que queda en la misma cuadra de la oficina, casi al lado de esta, y, sin hacer aspavientos, segura y totalmente consciente de lo casi escandaloso y en todo caso de lo indudablemente anómalo de un acto como este, se come completo ella sola todo ese gran pan dulce, limpiamente, voluptuosa pero altaneramente, casi con un toque de hostilidad en tal altanería por lo implacable que es. Se lo come a lo largo de unos veinte minutos o media hora, con un café de máquina en una taza descartable también grande, sin darse prisa ni hacer migas. Lo come, evidentemente, con una capacidad fuera de lo común o un apetito superior al del promedio de la gente, lo cual es revelado por el tamaño y peso de lo comido (un pan dulce –excelente, por cierto: apostaría a que es el mejor de Asunción, como ya les he dicho, poco antes de comerlo, a las trabajadoras del local– de un kilo y medio), pero con modales, más que meramente finos, rigurosamente correctos e impecables hasta la absoluta barbarie del fanatismo de la urbanidad y, sin embargo, a pesar de esto, no obstante esto, con aplomo glacial de iconoclasta no lo come en tajadas, sino que lo destripa o lo despanzurra con soltura elegante y gesto sobrio para sacarle primero todas las nueces, almendras y avellanas que tenga (y le ponen muchas, por lo cual vale la pena comprar este, que es el más caro de la panadería e, insisto, sin duda el mejor de Asunción, mientras nadie me demuestre lo contrario), que son lo que más le gusta de ese condenadamente delicioso pan dulce, y así poder comérselas puras una por una, y para apartar y dejar a un lado, antes de tirarlas dentro de la servilleta desechable ya utilizada y plegada con exactitud simétrica, orgullosa y, una vez más, del modo más endiablado y brutal en la altanería, altanera, las frutas abrillantadas, por las que siente el más hondo desprecio. Se come impasiblemente, pues, ella sola todo ese pan dulce de un kilo y medio con perfecta indiferencia y con sincero desdén, de modo realmente impávido, ante las personas que pasan al lado o ante su escritorio y que, disuadidas de todo gesto de censura por la olímpica, y quizá levemente divertida en el fondo, frialdad de su mirada, optan por disimular su desconcierto en general con un gesto discreto o incluso, en algún caso, respetuoso.

ENCUESTA 
Esta encuesta es parte de mi investigación sobre el proceso de los destinos mutantes (esa explicación corresponde a otro, y ulterior, texto), financiada por el Instituto Científico de Arkham, la panadería alemana que está al costado de mi oficina y la Universidad de Miskatonic:

Esta persona:

(a) ¿Se ha tenido que volver ya absolutamente loca para permitirse actuar así?

(b)¿Permitirse actuar así es lo que por ahora le impide volverse ya absolutamente loca?


Poeta Montserrat Álvarez en el infierno damasatánico de la gula



SU RESPUESTA ES, 
digamos, como que medio 
URGENTE









lunes, 18 de noviembre de 2013

3 TEMAS 3



Lou Reed The Blue Mask


En su edición del ayer, el Suplemento Cultural de Abecé Color dio el adiós oficial a Lou Reed con artículo (A perfect day El adiós a Lou Reed (1942-2013), uno de los artistas más influyentes de la cultura contemporánea), recensión (Lou Reed / Lorenzo Mattotti: El Cuervo. Barcelona, Alfabia 2010) y encuesta (3 conocedores 3 temas, I3 conocedores 3 temas, II3 conocedores 3 temas, III). 

Esta fue la pequeña encuesta: 
«Voy a destruir todos, absolutamente todos los temas de Reed, menos tres, y vos decidís ahora cuáles son los tres que se salvan».

El resultado de la encuesta fue: 

Los tres temas imprescindibles de Lou Reed según Sergio Ferreira (3 conocedores 3 temas, I) son
-«I Wanna Be Black»
-«Like a Possum» y 
-«Take a Walk to the Wild Side»

Los tres temas imprescindibles de Lou Reed según Krisper McHemp (3 conocedores 3 temas, III) son:
-«Walk on the wild side»
-«Magician» y 
-«Sweet Jane»

Y los tres temas imprescindibles de Lou Reed según Rodrigo Carvallo Croskey (3 conocedores 3 temas, II) son:
-«Heroin»
-«Run Run Run» 
-«White Light / White Heat»

Como ven, amables, alad@s lector@s, ¡no coinciden! Solo hay algo así como una coincidencia parcial o coincidencia'í, solo de dos de los tres y solo en un tema delos nueve: «Take a Walk on the Wild Side».

Y ahora añado: Los tres temas imprescindibles de Lou Reed según Myself, MonTse Álvarez, Dama Satán, son:
-«Perfect Day»
-«Take a Walk on the Wild Side» y 
-«Vicious» 

Y así por fin me saco las f***ng ganas.

Sutiles, vaporos@s, modélic@s lector@s: ¿Cuáles son los tres temas imprescindibles de Lou Reed según cada uno de ustedes?



Andy Warhol y Lou Reed














lunes, 11 de noviembre de 2013

ES EL YOPARÁ


-¿Y ñande movida pió?
-Andá activá temprano.
-¡Primera hora!
-Oíma.

¿Entendieron algo? Aquellos que no conocen Paraguay, absolutamente nada, ¿verdad? Pero presintieron todo. 

Es crudo y banal, pero es enigmático; es lo cotidiano, y es el misterio. Porque, como todo lo híbrido que no se resuelve aún, como todo lo mutante y lo que está en transición, es incompleto, y por ello está superpoblado de connotaciones. 

A veces es estúpido, a veces es hipnótico. Es maravilloso; es literatura: es el yopará.