martes, 18 de febrero de 2014

CASI

Ya casi, casi lo tengo, pero ¿sé ahora más que antes o solamente tengo ahora más palabras que hace un día o un minuto para aquello que no sé? ¿Y si lo único posible fuera rodear el misterio, si a pesar de acorralarlo se me fuera a escapar siempre? 
¿En qué creer? ¿En lo que sigue ahí detrás de todo, en eso que perdura? Perdura lo que ignoro. Lo podría llamar Dios –y decir que sigue ahí, «como siempre» o «desde siempre»; ¿y qué sería eso, «Dios»?
Un golpe de lucidez iguala orgullo y pavor. Pero ya casi lo tengo, o eso me ha parecido. Hay triunfos devastadores, peores que las derrotas, dones malditos, medallas más destructoras que estigmas, poderes que se han forjado por falta de alternativa.
En estos casos, y solo en estos casos, hablamos de «tragedia».



Un golpe de lucidez iguala orgullo y pavor

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