La figura enigmática y siniestra del asesino en serie ha capturado el interés de la filosofía y la moral, las ciencias de la psique y de la conducta, la neurología, la biología y las neurociencias, e inspirado las más diversas expresiones del arte y de la cultura moderna y contemporánea: el cine, la literatura, el teatro, las artes visuales, el cómic seducen la imaginación con sus peripecias desde los días de Jack el Destripador y su nebuloso Londres victoriano hasta los de Hannibal Lecter y las calles del Baltimore contemporáneo.
Tal vez sea por lo irreversible de su violación de barreras que conciernen a los sentimientos y a los instintos y que no se cruzan más por miedo al efecto disolvente de cruzarlas, más por miedo a la pérdida de las propias facciones en el espejo, que por miedo al castigo: más por miedo a uno mismo que a la sociedad, más por miedo a perderse uno de vista bajo la forma enajenada del monstruo y ser para siempre un Otro, que por miedo a los otros.
Recientemente nominada al premio al mejor cómic extranjero en el Salón del Cómic de Barcelona 2015, la novela gráfica Mi amigo Dahmer (Astiberri, 2014), de Derf Backderf (Ohio, 1959), trata de la pubertad de un amiguete suyo del colegio.
El autor, Backderf, vivía cerca de la casa de Jeffrey Dahmer; iba a clases con él y eran vecinos del barrio en Richmond, cuando él ignoraba que, de adulto, sería uno de los autores de cómic más interesantes de la actualidad y un novelista gráfico candidato a dos Eisner.
Y antes de que Jeff se volviera famoso, enormemente famoso: MI AMIGO DAHMER, el «Carnicero de Milwaukee»
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