A partir del concepto de orientalismo desarrollado por Edward Said en su obra homónima de 1978, el escritor Damián Cabrera postula en este artículo una orientalización del topónimo «Paraguay» y del gentilicio «paraguayo» para hablar de la palabra del poder y del poder de la palabra: Paraguay es un país de Oriente.
En el capítulo anterior dejamos un enigma sin resolver: en la Antigüedad se llamaba «magos» a los sacerdotes persas de Zoroastro, según leemos en Heródoto. Pero el punto es que, dado el tradicional rechazo de la magia por parte de la Iglesia, ¿no es extraño que el cristianismo rinda culto a los Magos de Oriente, a los que posteriormente llamaremos los (tres) Reyes Magos? Los Reyes Hechizados, II.
Y sobre todo, y pase lo que pase, honremos siempre al gran y generoso Diónisos, el fecundo y libre inspirador del éxtasis, esa deidad medio bárbara que hizo en buena cuenta la Hélade, y, por extensión, Occidente y, por fin, la Historia universal, pero que en tiempos remotos llegó desde algún lugar impreciso en las tierras que estaban hacia el Oriente. ¡Salud!
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