domingo, 19 de abril de 2015

TU COOLTURAL DE HOY, II: TERTULIA LITERARIA

Este lunes en que por coincidencia fúnebre fallecieron Günter Grass y Eduardo Galeano, conversamos, por correo electrónico, chat o aprovechando –más coincidencias– encuentros, con algunos escritores en una tertulia transterritorial disparada por la pregunta: «Günter Grass y Eduardo Galeano han muerto hoy. Si tuvieras que elegir un solo libro de uno solo de ellos como el mejor y el más importante de todos, ¿cuál sería, y por qué?» Al leer sus respuestas, muy distintas entre sí, cada lector tendrá sus preferencias, pero podemos asegurarle que todas le dirán algo valioso



















TERTULIA LITERARIA


Miguel Méndez

Antes que nada, me parece bien recordar un diálogo entre Galeano y Saramago que escuché cuando un estudiante, en el Foro Social de Porto Alegre, Brasil, les preguntó qué pensaban del papel de la universidad en la sociedad. Coincidieron en que eran antiuniversidad y en que ninguno de los dos había pretendido nunca asistir a ella. Defendieron un pensamiento y una literatura antiacademicistas. Se definieron como proletarios de la escritura que habían tenido que trabajar como obreros antes de tener renombre. Y, dejando ahora a Saramago, en eso se parecían también Günter Grass y Galeano: ninguno fue a la universidad. Ambos trabajaron en oficios comunes, y creo importante resaltarlo, sobre todo en el caso de Galeano, que no fue un intelectual académico, ni un profesional de la investigación; tampoco un poeta... Pero sí, tal vez, un escritor que en los años 70 del siglo XX despertó la sensibilidad de muchos por las causas perdidas en Latinoamérica. Mi primer libro de Galeano fue El Libro de los Abrazos; luego alguno menor, y, alguna vez, Las venas abiertas. El que más me divirtió fue Fútbol a sol y sombra; Úselo y Tírelo me gustó, un librito que indaga en la cuestión ecológica, y bueno, Patas Arriba me sirvió para darme cuenta de cómo funcionan (al revés) las cosas en el mundo. Creo que lo más importante de Galeano es que, justamente por no tener una formación académica, ni de escritor, ni de periodista, su escritura hace navegar al lector por universos heterodoxos que no se terminan de cerrar ni en la poesía, ni en el relato histórico riguroso, ni en la crónica periodista, pero que nos hacen comulgar con sus ideas de justicia y libertad. Creo que Galeano tuvo el raro papel de ser un iniciador de lectores. Unos llegan a sus textos desde la literatura, otros desde el periodismo, otros desde la preocupación social. No es poco este papel: algunos tienen que iniciar a los lectores.

Ricardo Loup

El tambor de hojalata es para mí el non plus ultra de la narrativa del siglo XX. Divertida, sarcástica, delirante, alocada, etc., etc. Creo que instaura una irreverencia en la literatura que antes no había, salvo quizás con Ulises. Y es muy densa por partes. Para mí, es genial de cabo a rabo. El tambor de hojalata es, digo a menudo, la mejor novela que he leído en mi vida; llena de ingenio, ironía y pasajes rayanos en la locura. También considero a Oskar el mejor personaje de la literatura universal. En mi opinión, lo de Galeano va por otro lado, por el lado social, más bien. Un capo, sin duda, pero menos por la literatura en sí.

Agustín Pérez Leal

Elegir un libro de Grass es fácil; de Galeano, no tanto. De Grass elegiría El tambor de hojalata porque cambió la conciencia que los alemanes tenían de sí mismos. De Galeano, Las venas abiertas... marcó época, pero no es su mejor libro (en mi opinión), así que, si tuviera que elegir uno solo, sería Memoria del fuego. Porque es literatura de alto voltaje y va más hondo y más lejos que el resto de sus libros. Y entre Grass y Galeano, elijo uno de Galeano. Galeano es un continente. Grass es solo un país. Y un país que ya pasó.

Juan Ramírez Biedermann

Elegiría El tambor de hojalata porque pocas novelas han sido capaces de hacerme sentir la desesperada necesidad de ser escuchado o entendido o justificado, y todo gracias a los gritos de Oskar Matzerath.

Mónica Bustos

El tambor de hojalata es una obra maestra de las más importantes de la literatura universal. Es surrealista, grotesca, metafórica, incómoda, genial, brillante, triste, divertida, la leí a los quince años y me produjo reacciones psicosomáticas y hasta ahora cuando tengo fiebre con alucinaciones digo que tengo la enfermedad del Tambor de Hojalata. Adiós pequeño nazi arrepentido, siempre llevaré en mi corazón tus Años de Perro.
Las venas abiertas... son las venas abiertas. Como dijo Galeano, prosa pesada de izquierda tradicional, pero con mucha influencia en Latinoamérica, la obra que lo hizo mundialmente conocido. Para mí no es lo máximo, a pesar de que en mi última novela un chupacabras izquierdista dice que es su libro favorito, pero entiendo totalmente su decisión: a él le encantan Las venas abiertas. Creo que a mucha gente es la obra que le ha marcado; claro que muchos de estos no han leído otra cosa.

Moncho Azuaga

El rodaballo y Memorias del fuego por su universalidad fundacional, su amplia visión antropológica, su belleza experimental y su profunda simbología de cantos universales sobre la condición humana. Creo que no debemos elegir entre ellos, sino sumarlos, porque son dos rostros de nuestra multiplicidad.

Lía Colombino

Los libros de Galeano están entre mis afectos, casi como si fueran gente. De esas personas que fueron parte de una historia y que ya no podrías sacar de tu vida aunque quisieras. Yo podría prescindir de Oskar, sin embargo, en mi historia personal. Así que, literariamente, elijo El tambor de hojalata, de Grass. Pero los afectos, uno no los elije.

Cristino Bogado

Elijo Años de perro (Hundejahre), de Günter Grass. Uno, porque reaparece el tambor de hojalata de niño, que «debe ser el hijo del tendero de ultramarinos Matzerath, que no está del todo bien de la cabeza». Dos, porque define Befreite Hände (peli de 1939 con la actriz del momento, Brigitte Horney) por su «olor a avellanas todavía verdes» cuando Harry y Jenny la ven mientras Harry mete el dedo en el agujero de Jenny para saber si huele como el de Tula –da para contar la historia del cine con este parámetro: ¿a qué huelen Vértigo, Satantango, El espejo, Larga es la noche, Posesión–? Tres, por la desternillante parodia y la burla sangrienta de la jerga de la autenticidad de Heidegger: «precisamente la palabrita existencia se adaptaba a todo: –¿Existe por ahí un cigarrillo? ¿Quién se viene a existir en el cine? Si no te callas la boca en el acto, te existo una. El que estaba enfermo hacia la existencia sobre un costal de paja. El permiso semanal se designaba como pausa de existencia. Y si alguien había pescado a una muchacha, se vanagloriaba, después de la retreta, de las veces que se había introducido en su existencia». Cuatro, por la moraleja dialéctica negativa final: «Y si no hubiera espantajos, tampoco habría pájaros». Y cinco, por su teoría de la narrativa, hermana de la de Las mil y una noches: «porque mientras narramos historias seguimos viviendo. Mientras se nos sigue ocurriendo algo, con efecto inesperado o sin él, historias de perros, historias de anguilas, historias de espantajos, historias de ratas, historias de crecidas de río, historias de recetas, historias de mentiras e historias de libro de lectura, mientras sigan pudiendo entretenernos historias, ningún infierno es capaz de entretenernos».

León Félix Batista

Elijo a la vez El tambor de hojalata y Las venas abiertas porque El tambor de hojalata muestra inequívoca pero imaginariamente (lo palpable mediante la ficción) la crudeza de la guerra y su azote a nuestra intimidad, porque Las venas abiertas, con razonamientos vestidos de literatura y crónica, iluminó nuestras conciencias sobre los despojos y engañifas con espejitos a los que habíamos sido (y seguíamos siendo) sometidos, y porque son dos modos de arrojar luz de dos cuyas luces se apagaron a la vez.


Hemos tenido el placer de conversar hoy en estas páginas con:


Miguel Méndez. Nació en Asunción en 1975 y vive en Quito. Integró el Colectivo Rafael Barrett y el movimiento Generación de los 90. Ha publicado Allaite (Asunción, El Ombligo del Mundo, 2003) y Todos somos de Gua’u (El Ombligo del Mundo, 2004), entre otros libros. Ganó el Premio de Poesía Rubén Bareiro Saguier 2009 con Guarania del Llanto.


Ricardo Loup. Nació en Asunción en 1986. Ganó el Tercer Puesto del concurso de cuentos Doctor Jorge Ritter, organizado por la cooperativa Coomercipar Limitada, con su relato «La Flecha Guaraní», en el 2013. Figura en antologías como Lascivia Textual (Asunción, 2014).




Agustín Pérez Leal. Nació en Teruel en 1965 y vive en Alicante. Ha publicado Cuarto Cuaderno (Valencia, Pre-Textos, 2001) y La Noche en Arras (Pre-Textos, 2006; Premio de Poesía Gerardo Diego). Figura en antologías como Orfeo XXI (Gijón, Libros del Pexe, 2005) y Jóvenes poetas españoles (México DF, La Jornada, 2007).


Juan Ramírez Biedermann. Nació en Asunción en 1976. Integrante de los grupos de rock Sabaoth y Eyesight. Ha publicado Nobis (Asunción, Fondec, 2007), El fondo de nadie (Lima, Altazor, 2010; mención de honor en el Premio Nacional de Literatura de Paraguay, 2011) y Plegaria de Penumbras (Lima, Altazor, 2011).

Mónica Bustos. Nació en Asunción en 1984. Ha publicado León muerto (edición de la autora, 2003), Complejo de Bustos (ídem, 2004), Chico Bizarro y las moscas (Asunción, Alfaguara, 2010; Premio Augusto Roa Bastos de Novela 2010), Villa Veneno (Asunción, Felicita Cartonera, 2010), El club de los que nunca duermen (Asunción, Alfaguara, 2012) y Novela B (Alfaguara, 2013).

Moncho Azuaga. Nació en Asunción en 1952. Miembro del Taller de Poesía Manuel Ortiz Guerrero. Ha publicado Bajo los vientos del sur (Asunción, Alcándara, 1986), Arto cultural (Asunción, Arte Nuevo, 1989) y Pancha Garmendia y Elisa Lynch: El amor en los tiempos de López / Babilonia Sur (Asunción, Arandurã, 2006), entre otros libros.

Lía Colombino. Nació en Asunción en 1974. Integra el colectivo Ediciones de la Ura y coordina el taller de escritura Abrapalabra. Ha publicado Las cavidades ausentes (Asunción, Arandurã / Cuadernos de la Ura, 2000), Proyecto Auricular (audioplaqueta con Javier Palma, 2006) y (lupa) (Ediciones de la Ura, 2009), entre otros títulos. Ha participado en encuentros como el Poetry parnassus en Londres (2012)

Cristino Bogado. Nació en Asunción en 1967. Ha publicado La Copa de Satana (Ediciones de la Ura, 2002), Dandy ante el Vértigo (Jakembó, 2004), Amor Karaíva (Bs. Aires, Milena Caserola, 2010), Contra el fútbol (Okara Japu, 2013) y Puente Ka’í (marzo, 2015), entre otros. Figura en antologías como Neues vom fluss (Berlín, Lettrétage, 2010) y Los Chongos de Roa Bastos (Bs. Aires, Santiago Arcos, 2011).

León Félix Batista. Nació en Santo Domingo en 1964 y vive en Brooklyn, Nueva York. Ha publicado Crónico (Buenos Aires, Tsé-Tsé, 2000), Tour por todo (Barcelona, Las Hojas del Diluvio, 1995) y Burdel Nirvana (Santo Domingo, Taller, 2001; Premio Casa de Teatro de Poesía), entre otros libros. Figura en antologías como Cuerpo Plural (Valencia, Pre-Textos, 2010).

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