La ambivalente moneda es buen símbolo del juego: si se la arroja, invoca al azar; si se la intercambia, al lucro. El juego atraviesa la historia entera de la cultura y tiene, en toda época y lugar, como la moneda, dos caras: parte de la vida real y realidad paralela; inocencia infantil y vicio adulto; diversión y negocio; paréntesis de alegría desinteresada y circuito de intereses, poder, dinero, industria y mafia.
Lo que veremos a continuación es el origen remoto e insospechado de un imperio hoy más vivo que nunca y que comienza con la historia de las cartas Hanafuda, que es la historia del juego contra la ley.
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