ECH-PI-EL Y SUS ANIMALÍAS SIN CARA HOY EN CONCIERTO
-SOLISTA INVITADO: El MONSTRUO LIGRIV
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Desesperado lector, catatónica lectora, para perseguirte en las reptantes y amorfas pesadillas blasfemas del fondo de tu mente torcida, el más abominable, más dark, más abisal Suplemento Cultural de toda la historia de Paraguay profana este domingo y te trae desde el oscuro fulgor negro de las Híades al Sumo Sacerdote de Ech-Pi-El y sus inmundas animalías sin rostro hoy.
Virgil Finlay nació en Rochester, Nueva York, un día de verano de 1914, el 23 de julio, cuando el Impero Austro-Húngaro enviaba a Serbia el ultimátum cuya respuesta desataría cinco días después la guerra que terminó con el mundo conocido y dio comienzo al salvaje, alocado, brillante, asesino, incomparable siglo XX. Luego de ser campeón de atletismo en el colegio, se dedicó a escribir poemas y a dibujar. Dibujar se volvería su placer. Su vicio. Su pasión. Su alegría. Su droga. Su destino. Al poco tiempo, recibió el bautizo de un marcante negro al entrar al Círculo de Lovecraft como el «Monstro Ligriv» (un anagrama, como el lector ya ha notado: Virgil al revés): Primer siglo de Virgil Finlay, el Monstruo Ligriv.
La primera vez que H. P. Lovecraft menciona el Necronomicón (etm. «Libro de los nombres muertos») es en el cuento The Hound, profiere la aberrante criatura conocida en el inframundo por el nombre impío de Christian Kent en este excelente artículo lleno de una espantosa erudición. «En realidad, era ajeno a todo arte y literatura conocida por lectores cuerdos y equilibrados, pero nosotros reconocimos en el amuleto la cosa sugerida en el prohibido Necronomicon del árabe loco Adbul Alhazred; el horrible símbolo del culto de los devoradores de cadáveres de la inaccesible Leng, en el Asia Central»: El sacerdote que no creía en sus visiones.
No menos macabro ni menos erudito, nuestro infame brazo derecho Julián Sorel se ha jugado el pellejo husmeando como sabueso, entre telarañas y formas oscuras, agazapadas y al acecho, entre el polvo de los ruinosos archivos de las decrépitas hemerotecas públicas de Arkham, para rescatar y traerte en exclusiva esta joyita histórica, singular reliquia de la tierna amistad que vinculó a dos horriblemente célebres engendros infernales: El poema que Luveh Kerapf dedicó al Monstro Ligriv.
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