«Memorabilia», plural neutro de memorabilis, son todas las cosas, los hechos o (disyunción inclusiva) los seres cuyo valor nos exige que no dejemos que los borre el olvido. Ese valor puede estar asociado, según cada uno de los muy diversos casos, a la risa o al respeto, a la alegría o a la tristeza. Porque el latín «Memorabilia» abarca todas las cosas, los seres o los hechos «memorables», es decir, todos aquellos que son (mi traducción personal) «dignos de memoria». Como tu canAllita, oh memorioso lector, oh grata y justa lectora (aunque un día más tarde de lo normal, dicho sea con mis más rendidas excusas por el retraso y esperando que tengas indulgencia dados los embotellamientos ‒lo digo como peatona, en sentido translaticio‒ festivos de estas postrimerías anuales), te traigo un pequeño adiós al 2013 de tu Suplemento Cultural.
En extraños «cruces de episodios azarosos» y por «coincidencias de esas que nadie explica y para las que no se está prevenido», de manera sugerente, inquietante, misteriosa, desaparecieron algunos notables, a los que Gustavo Laterza Rivarola despide bellamente: La vida, la muerte, sus albures y esquinazos.
Y aunque Edda de los Ríos no nos dejó en este ya casi ido 2013, Armando Almada-Roche comparte en su artículo Recordando a Edda de los Ríos el mismo espíritu reflexivo y evocador de Gustavo Laterza, tal vez por las asociaciones subterráneas que suscitan a veces estos días postreros.
Lo que también sucede con esta notificación singular, con esta suerte de ‒encantadora, si me permiten decirlo‒ denuncia por extravío del doctor Alejandro Encina Marín: En busca del soneto perdido. Denuncia por extravío de un soneto y a un tiempo cortés solicitud de la devolución, o más bien del apoyo en la búsqueda de un poema, de una noche, de una Asunción, de una época, de las imágenes de un mundo sumergido en la lejana década de 1940: la quijotesca batalla por impedir que se extinga ese tiempo lejano.
Sin pretender estropear el placer de la melancolía que nos brindan tan generosa e inspiradamente estos bellos artículos, y tal vez no tan inspirada, pero cuando menos sí, quizá, piradamente, vuelvo también la mirada hacia el pasado para hacer el contrapunto con esta nota, que también, aunque con ciertos matices diferentes, te hablará, lector, lectora, de cosas muy memorables ‒yo diría que memorables, incluso, hasta lo traumático‒: Para un futuro Museo de la Industria Cultural.
Y aprovechando este último número del 2013, tenga relación con lo anterior o no –porque a los buenos deseos nadie les censura las incoherencias–: ¡feliz 2014 para todos!
1 comentario:
Jaja, no a la censura más que nunca!! Felicísimo año nuevo para ti tb queridísima Montse, muchas gracias por la elegancia, la inteligencia y el swing de todo lo que haces, un privilegio siempre ser testigo de todo eso. Abrazotes!!
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