jueves, 16 de mayo de 2013

AUTÓMATAS II: DADME UN CORAZÓN



Eso le pedía el hombre de hojalata al Mago de Oz. Al calor de la sangre palpita el corazón en los humanos, mientras que el pecho del robot es frío, pues está hecho de metal, y por eso aquel autómata creía no tener corazón. Pero hay pasiones frías --y a veces, por intensas, llegan a ser heladas. Si el corazón pascaliano también tenía sus razones --que la razón ignoraba--, el cerebro damasatánico también conoce el deseo, el placer y la locura: también tiene sus pasiones --que la pasión ignora. Y las pasiones heladas suenan a veces así:


 


Es lo último de Giogio Moroder, estrenado este año para hacernos brincar automáticamente a todos los robots con corazón.

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