A los detractores que nunca faltan: Si ustedes creyeron que durante todo este tiempo estuve ociosa y sin escribir nada de puro kaigüé, acertaron. Pero ahora empezaré a ponerme al día.
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Antro |
Antró: Entró al antro.
Benefactor (1): Bienhechor, mecenas, tirano que alimenta su grandeza a costa de explotar a sus parásitos.
Benefactor (2): Filántropo, déspota que sacia su apetito de poder amparando al desvalido.
Diputado: El que nace con el auténtico deseo de llegar a ser diputado, como el que nace con el deseo auténtico de llegar a ser gerente, empresario, ejecutivo, senador, notario o presidente, por lo general logra cumplirlo. Porque ese es el único castigo a la altura de un deseo tan inconcebiblemente antinatural.
Editor: Allí donde uno se limita a preguntarse, estupefacto: «Pero, ¿qué clase de libros podrá leer este imbécil?», o: «Pero, ¿qué clase de imbécil podrá leer estos libros?», el editor hace que los unos y los otros se encuentren y queden flechados de amor a primera vista.
Felicidad: Cuando los plutonianos, en su investigación de la cultura terrícola, me preguntaron el significado de la voz «felicidad», respondí sin titubear que es el término espurio que usan los fariseos para designar al pancho con mostaza. Tras pensar rápidamente en todos estos milenios de propuestas filosóficas, me pareció una respuesta tan buena como cualquier otra.
Pancho con mostaza: véase Felicidad.
Parásito (1): Esclavo a tiempo completo cuyo trabajo consiste en ser proclama viviente de la bondad ajena y de la infamia propia.
Parásito (2): El único adulador que no necesita pronunciar halagos porque su sola existencia es su mejor cepillada.
Parásito (3): Adulador condenado a adular a su benefactor aunque lo insulte, porque al insultarlo demuestra la bondad y la magnanimidad de este.
Parásito (4): Realidad ontólogicamente degradada del sujeto que con existir ya adula y en el cual, por ende, ser es cepillar. Antónimo: Benefactor (véase).
Vejez: La definición usual de la vejez como «Etapa de la vida que precede a la muerte» es una falacia, pues todas las edades equidistan de la muerte, y si un octogenario tiene más posibilidades de morir de apoplejía que un pendejo, a cambio tiene muchas menos de morir acuchillado en una pelea por colarse sin pagar en un concierto de rock. Lo que pasa es que a l@s viej@s, nadie sabe por qué, les encanta quejarse.
4 comentarios:
Ambrosia Álvarez!
Cuándo sigue el diccionario?
bueno, ejem, definir en detalle el universo no es cosa de un fin de semana, pero ahora mismo sigue :p
Estoy seguro que con Ambrose Bierce la hubiesen pasado bomba trabajando juntos en este proyecto, su Diccionario del Diablo es tan irreverente como lo que has escrito, y por ello, clarificador y luminoso, esperamos más...
Guau, Juan Bautista, gracias! Pero juazzzzz, el Diccionario del Diablo y Dama Satan, que parejita romantica habriamos hecho los dos, eh? Como de torta de bodas, vaya =D
(Observacion: este teclado no tiene acentos, sorry.)
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