Para dejar de lado los juicios de valor (porque son, obviamente, de mal gusto, contrarios a la lógica e inútiles), el carácter minoritario de las mentes originales no necesita leerse como signo de superioridad: basta considerar la conveniencia, para los fines de la especie, de una mayoría menos tendiente a disentir y capaz por lo tanto de fundar un consenso (de valores, de modos de sentir, vivir e interpretar, etcétera) que garantice la estabilidad y la preservación de la cultura, así como considerar también la conveniencia de que se den, en cantidad pequeña, esas anomalias capaces de innovar, ya que son el factor que dinamiza la historia. Así, la mayoría sostiene el orden que la minoría, que merced a su inferioridad numérica no llega a destruir hasta sembrar el absoluto caos, renueva con aquellos de sus hallazgos que merecen tener repercusiones de cierta magnitud. Sobre el sólido piso de la masa es fecundo que brinque un poco la inestable rareza extraordinaria. Esto podría explicar que la especie continúe hasta ahora produciendo ambos tipos de individuo y en la misma proporción.
Buenas noches y hasta el próximo milenio. Zzzzzzzzzzzzzzzz...
lunes, 14 de junio de 2010
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