Estimado padre Trento:
Me enteré hace unas horas, al contármelo Aldo Gulino uno de los artistas cuyas obras fueron recientemente expuestas en el Centro Cultural de España “Juan de Salazar”, que ha publicado usted en estos días, en un diario local, una carta donde deplora la pobreza de valores genuinamente humanos, el fácil y estéril nihilismo y la incapacidad de concebir propuestas radicalmente positivas y transformadoras de todos –menos uno: Juanpi Pistilli, cuya propuesta estética fue la única excepción que mereció de usted un reconocimiento por sus méritos- los expositores.
Esta noticia ha causado un profundo conflicto en mi consciencia. Un conflicto entre dos reacciones tan vehementes como contradictorias. Por un lado, desde luego que sé quién es usted --¿quién podría ignorarlo?-, qué clase de prestigio y autoridad posee y entre quiénes posee tamaña autoridad y tal prestigio. Pero, por otro lado, Aldo Gulino es un buen amigo mío. El conflicto que ahora se juega en mi consciencia tiene lugar, por ello, entre, por una parte, la amistad, y, por otra, la envidia. Una envidia que no es, en absoluto, sana (de hecho, mi retorcida y ruin naturaleza me hace imposible siquiera concebir qué pueda ser eso de una “sana envidia”). Estimado padre Trento (pues estimo que usted es y representa determinada cosa: si ésta es buena o mala, no viene al caso comentarlo aquí): ¿ha observado usted el nombre de este blog? ¿Ha leído mis libros? ¿O ha leído al menos un solo y miserable artículo mío? ¿O un poema suelto, alguna vez? ¿O alguna entrevista en un medio de prensa, sea el que fuere, hecha a mí por algún periodista, el que sea? ¿No? ¡Pues permítame decirle que debiera actualizarse!
Estimado padre Trento: ¿qué ha hecho Aldo Gulino, ¡en nombre de Barrabás!, que no haya hecho yo? ¿Qué han hecho él y sus secuaces –excepto J. Pistilli- para que los obsequie con tal favoritismo, mientras que a mí me ignora? ¿Por qué me excluye usted de su censura? (Y, dicho sea de paso, ¿qué es lo que tiene usted contra Juanpi Pistilli? –Por cierto que me solidarizo completamente con vos, Juanpi: es una injusticia horrible. Qué pelada-. Estimado señor: lo acuso de vicios indignos de un crítico de arte, aun si es, como usted, una especie de crítico moral y teológico de arte: esos vicios son la parcialidad y el favoritismo.
Aunque una parte de mí (aproximadamente del 0,2 al 0,3 %) se alegra por este merecido premio al talento de mi amigo Aldo Gulino, todo el resto de mi espíritu se revuelve de indignación y furia. Me abruma la posibilidad de la humillación atroz (pero no dejaré que eso suceda, auque tenga que morir en el intento) de que, dado que usted no se digna conceder la menor atención a mi obra, alguien pudiera creer que es de su agrado. ¿Qué debo hacer para que me descalifique? ¿No he blasfemado ya lo suficiente? ¡Como fuere, no me importa este revés! Lograré, no ya que usted me conceda la alegría de repudiarme -¡basta de pretensiones provincianas!-, sino que Benedicto XVI me excomulgue. Entonces –qué momento triunfal, qué venganza tan dulce- quedará claro que, a radical, a profunda y a inclasificable, ni Gulino ni nadie me va a ganar a mí. ¡Lo juro!
Dama Satán, FURIOSA.