lunes, 28 de septiembre de 2009

MADRUGADA HOSPITALARIA

Montserrat ÁlvarezSólo si algún malestar, náusea, dolor o lo que sea muestra resistencia idiota a pasarse solo y ya no me lo banco, evoco el recurso entre tardomedieval y bajorenacentista (esto es, dantesco) del Hospital de Clínicas. Acto seguido, me trago el orgulo y voy. No voy si puedo evitarlo, pues debo confesar que nunca logré desarrollar el hábito de tragarme el orgullo. No obstante, debo reconocer que fui esta mañana, día lunes. Fui libro en mano: lo llevo con firmes zarpas, por mi miopía de topo, a la jeta, que entierro en las páginas para borrar la humillante circunstancia de que estoy en Clínicas. El libro hoy fue una novela, para mí algo plúmbea, de Woolf. No Wolfe, por suerte: si me hubiera divertido el libro, no lo hubiera cerrado para divagar sola ni hubiera dicho "Eureka!" Y creo que pillé por qué odio la hospitalidad del hospital (alusión etimológica cacofónica y pedante, además de sin chiste y estúpida, pero con el taxímetro de este cibercafé no pienso pulirla).
Hay que esperar horas en Clínicas. Fueron más al ceder mi turno en una fila a una vieja. No: más cortés y victoriano: a una decrépita dama. Tampoco. A una belleza septuagenaria. (¿?)Sé que es absurdo. Lo tengo: a una ciudadana de la tercera edad. Ecuánime, ¿no? Necio y ecuánime: Montserrat Álvarezmuy correcto. Sobre todo porque parece ser una edad de tercera. Le cedí mi turno para, sin ofenderla, poder yo tener la rara satisfacción de prescindir de su charla. Me arrepentí cuando, en la ventanilla, decidió obsequiar con los primeros ocho volúmenes de sus memorias a la secretaria, que no hizo nada para detenerla, mientras, tras ella, yo me beneficiaba de los profusos tesoros de su vasta experiencia sin poder evitarlo.
Ya en la antesala del médico que me adjudicaron, esperando mi turno, clavé la jeta en unos 30 o 40 salones de té llenos de Hillberys y Rodneys al lado de cuyos estados de ánimo el humo que sale de un tubo de escape un húmedo día de niebla sería transparente y diáfano como la luz de un mediodía estival. Al cabo de 3 horas, cuando, taza en mano, dialogaban dos de esas esfinges, yo ya estaba a punto de vomitar un barril de té completo. No siendo la vida real, no podía salir con un portazo del salón de té de turno rumbo a Honolulú, El Cairo, la India, Ponapé, el Polo Norte, Nepal, Paraguay u otro lugar lo bastante liberadoramente sucio, bruto, inculto y bárbaro. Hice lo más próximo, cerrando de golpe la novela sin marcar la página. Aunque no estoy criticando a Woolf. Esta novela no me ha atrapado por ahora; es todo. Pero no llevé otro libro. Así que decidí descubrir por qué aborrezco a los que van a Clínicas y me avergüenzo de contarme entre ellos. Me devané los sesos largo rato. Y lo pillé. Y estoy segura de que a todo el que lo lea le va a resultar absolutamente odioso.Es así: (Abreviado-expurgado-quintaesenciado:)-Venir a Clínicas implica horribles molestias.-Luego, los que venimos, venimos por algún motivo poderoso.-El motivo es que a veces ir al médico es importante para nuestra supervivencia.(Y aquí está lo estúpido del caso:) Montserrat Álvarez Poeta-¡Como si nuestra supervivencia fuera importante!Por no incluirme en la teoría dentro de ese mismo irritante rebaño del que, mientras la pensaba, en la práctica estaba formando parte, formulé inicialmente mi hallazgo en tercera persona. Así:"Vienen porque es necesario para sus vidas."¡Como si sus vidas fueran necesarias!"
Tras percartarme de la incoherencia, ahora lo corrijo, poniéndolo, puaj, en gregaria primera persona del plural.
De ningún modo me cabe protestar a este respecto, pues, como otras cosas igual de intolerables, yo misma me lo busqué.

jueves, 24 de septiembre de 2009

CLASE DE FILOLOGÍA EN ARKHAM UNIVERSITY

Catedrático: Dama Satàn, Doctora en Ciencias (Ocultas)
En italiano es alegre, de sonido claro y franco, y parece contagiarse y vibrar, como la risa: Amore! Da gusto oìrlo. Brinca enérgico del lecho en la mañana, dispuesto a conquistar cuanto desee. En alemán es tierno y melancólico, Liebe de larga "i"doliente y de mansa "b" que bala una condena desgraciada y dulce. Lleno de sol, chispeante, el Amore italiano es matutino, y en alemán el Liebe desfallece al ocaso. Pero en francés el nombre del amor es nocturno: Amour, "r" gutural, grave, que recorre la garganta sugiriendo lo húmedo y lo profundo, y "ou" que frunce los labios para el beso. Es caso obsceno no decirlo a oscuras.
Tormentoso, lascivo y vagamente sórdido en francés. En alemán, sentimental y lánguido. Luminoso y potente en italiano. ¿Y en inglés? Love. Monosílabo insípido, sin forma ni color, opaco, expeditivo, profiláctico. Y en cambio qué expresivo su antónimo. Odio: Hate. La angustia criminal de esa jadeante aspiración que lo abre, la abrupta puñalada de la "t" que lo cierra, lapidaria y letal, y en medio la música malsana del brillante diptongo tan fuera del lugar como un orgasmo en lo alto de un patíbulo o una sonrisa dentro de un manicomio. El monosílabo "Love", palabra insegura de sí misma, que hace un papel penoso en todas partes, se queda corto; en "Hate", no ya una sílaba entera, sino una millonésima de segundo que se añadiera a su sonido al pronuciarla sería un error tan necio que debiera castigarse con un asesinato. El inglés: qué inteligencia para lo espantoso y que tosca ignorancia del amor. Delicioso, exquisito: un idioma realmente siniestro.
Y ahora, mi terreno. "Amor", en español.
Sí. Ejem. Amor, en español.
"Amor, en español..." Amor en español, ¿qué?
Puf, me es demasiado familiar, supongo. A la pinta. Lo he visto tan usado y tan adulterado, lo he oído y lo he leído en tantos disparates, cursilerías, farsas, payasadas y pelotudeces qué cómo me va a inspirar ninguna idea. Por lo tanto, ¿qué culpa tengo yo?
A ver. Liebe se suspira, buscando alivio del peso de la excesiva emoción. Amour se susurra muy cerca del otro, erizando su piel al rozarla los labios. Amore es demasiado hermoso: merece ser cantado. Tenores y sopranos cantando bajo el sol su aria radiante,
molto, molto vivace!
Ya hice la telenovela alemana, el porno francés y la ópera italiana. El documental de medicina inglés lo omití para que no se duerman. La caricatura no puede caer más bajo. Y aún no puedo decir nada del Amor. Sí, en español. ¡Tiro la toalla! Me da náuseas la filología. Cámbiense de petulante, digo de catedrático; yo me marcho a la Tebaida para hacerme anacoreta. Renuncio. ¿Qué culpa tengo yo? He hecho todo lo posible, y sigo sin saber absolutamente nada del Amor. ¡Así que, por ende, puaj! A mí no me interesa. Si quieren averiguarlo, se los dejo de tarea.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Filosofía parasitaria (-adelanto)

Uno suele ignorar por qué hace lo que hace y a veces tiempo después brinca desnudo de la ducha a la calle gritando "Eureka!" Me acaba de pasar. Lo que pillé de golpe es:Uno nace a) en la orilla de donde salen los parásitos o b) en la habitada por los que denigran a los parásitos. Uno puede no ser a) parásito ni b) denigrarlos pero no logra verdadera independencia si sólo conoce su orilla y no sabe cómo se ven las cosas desde la otra, y como la mente es ambiciosa y la curiosidad es un peligro uno quiere ver TODO el panorama, no una parte, en éste y en cualquier asunto pensable, de modo que trata de llegar arriba para ver ambas orillas y el río entero y aún más allá, pero leer libros sobre la orilla opuesta no evita que uno sólo conozca lo que se siente estar en la "suya", limitación horrible para una mente de veras locamente ambiciosa y que por ende sabe que para entender mínimamente algo no basta con leerlo. Así entendí por qué pasé a estar durante casi 2 largos meses en la orilla que no conocía. En términos materiales fue incongruente, ya que no me benefició sino que me perjudicó de modo cómicamente absurdo; bueno, en realidad de un modo atroz, pero qué importa: lo que importa es que, aunque no haya obtenido los beneficios por los que el parásito acepta su degradación, la degradación al menos creo haberla conocido, lo que ya es considerablemente más de lo que hubiera podido conocer si no hubiera cruzado desde mi orilla a la otra para poder ahora, al fin, sentir que ya no estoy en ninguna.
Que es lo que siempre quise. Y tanto me gusta esta liberación, que ahora mismo, aquí abajo, empezaré a adelantar un posible Ensayo o Tratado sobre esa condición tan poco estudiada, que yo sepa, que es la condición parasitaria:

"Filosofía del Parásito (Borrador / o Adelanto)
"*Un perfecto parásito no pronuncia lisonjas: su sola condición ya lisonjea a su amo.
"*Por vivir a su costa, barniza a su bienhechor con tal aura de virtud que hasta sus insultos le sirven de lisonjas. Sobre todo si hay testigos. Así sucede que, a veces, cuanto más cree afrentarlo, más lo adula.
"*Si no se escapa, dejará de existir como otra cosa que proclama viviente de la virtud ajena -y, por supuesto, de la infamia propia-."
Observación: eso último es el sentido ontológico del parásito, que no existe por sí mismo pues su ser parasita a otro del cual recibe una sombra de existencia. En el caso del parásito, "sombra" se escribirá "so(m)bra".
Ah, y un Principio:
"*No hay trabajo peor pagado ni más duro que el de ser un parásito."
Otro párrafo más, para que no sea muy poco adelanto:
"*En toda explotación hay víctimas y verdugos, pero el peor de los segundos es aquel que explota a sus parásitos, de los que se dice víctima: no hay peor ingratitud que la de los bienhechores."
¿Qué tal? ¿Les pega más la paradoja, como en el último caso, o preferirían más análisis de la psicología del parásito, como al principio, o sugerirían algo más, o todo eso mezclado?
Observación: Sócrates deploraba en la tragedia su irracionalidad, sus "causas sin efecto", sus "efectos sin causa". Un error. La lógica de lo fatal es perfecta como una ecuación algebr
Montserrat Álvarez Poetaaica, un diagrama semántico, un silogismo, un reloj, sólo que de tan profunda, abisal y subterránea, es tenebrosa, pues la luz --ni siquiera la luz de la razón-- no llega tan adentro ni tan hondo. La luz es cosa de las superficies. Pero en esas tinieblas está lo más real, aquello de lo cual emerge todo: la raíz.
Y así también de oscura, de lógica y fatal es la existencia. Mírenme a mí, si no, que con cada uno de mis disparates ejemplifico 30 veces al mes estos misterios.

jueves, 10 de septiembre de 2009

LAS PALABRAS. POST FATALISTA-CHÚLINA-PATÉTICO-LACRIMÓGENO PERO CON IMPLICANCIAS FILOSÓFICAS A BULTO SI HAY USO DE CEREBRO, LO JURO

Alguien me dijo hace tiempo: “La palabra se hizo para distorsionar y encubrir. Quieres de las palabras lo que no pueden darte. Buscas certidumbre, y las palabras mienten. Hay entre los seres lenguajes más genuinos. Lo que tú necesitas, yo no debo decírtelo: lo tienes que sentir”.
Yo le respondí: “Pero de los lenguajes más genuinos siempre estuve excluida. Nunca participé de todo aquello tácito que sin palabras une a los humanos. Nunca pude entender a las personas”.
Me pareció de pronto que me estaba alejando y que ya tenía que aguzar la vista para distinguirlo en lontananza, pero seguíamos en la sala, y mientras intentaba sobreponerme a esta ilusión oí desde lejos su voz, que con discreta tristeza me preguntaba: “¿Por qué?” Pero yo no lo sabía.
Desde mi primer recuerdo está ya esta interior distancia desolada. Nadie la ve, y yo pronto me adiestro en ocultarla. Aprendo los gestos de las emociones, ya para reproducirlos si es preciso, ya, más frecuentemente, para no desentonar con ellos ni llamar la atención. Un instinto me hace temer que se sospeche de mí que no comparto tan profundos vínculos; tengo la sensación de que es muy peligroso, y por eso lo esconderé toda la vida.
Así he crecido. Los demás veían en mí una hermosa criatura. Yo encubría mi deformidad oculta e invisible, mi monstruosidad secreta de solitario fenómeno. Y hoy, cuando algún humano, ignorante de mi horrible ser, me dedica un gesto de bondad o de delicadeza, debo erguirme de golpe, volver el rostro y mirar a otra parte para no quebrantarme y sollozar. A veces aprovecho algún descuido generalizado para irme del lugar veloz y calladamente.
Me preguntó un amigo el otro día: “¿Qué es lo que te hace creer que nadie podría amarte?”
Las personas están juntas cuando aproximan sus cuerpos y comparten al hacerlo mudos saberes que ignoro. Pero la desolación que guardo, por cerca que mi cuerpo esté de otro, abre entre nosotros tal distancia que desaparezco en el horizonte. Me pierde el otro así, y yo también me pierdo. Porque, en el fondo, yo nunca he existido.
A la edad en que se aprende a ser, no aprendí; ni a ser como los demás, ni a ser como nadie. No reflejé lo que eran los humanos; me habitué a repetirlo, por cautela, sin entender ni sentir. Y tampoco nadie me reflejó a mí en mi rareza, único individuo de mi especie. Y sin espejo que uniera mis facciones, no conseguí tener ni tengo un rostro. Dispersos trozos de nadie que conjuga una mera ficción de la gramática me permiten jugar alucinadamente a que algo existe cuando digo “Yo”.
Hace unos meses quizá tuve la posibilidad de llegar a existir; creí reflejarme en otra mirada. Pero no habiéndome yo visto en una mirada originaria para saber ahora verme en ésta; y no habiendo confiado en la certeza sin palabras de un abrazo anterior a éste con que me tomaba él, primer abrazo que debía haber estado ahí cuando aún no existían, supongo, las palabras, y no estuvo; y no habiendo encontrado, pues, yo ciertas cosas al llegar a la vida, como todo esto nunca antes lo sentí, me asusté, porque no lo conocía.
Así, no teniendo parte, por carecer de esta universal destreza, en lo que reúne a otros de modo menos equívoco, más veraz que las palabras, fuera estoy para siempre del hogar de los humanos. Y como sólo tengo la palabra, que es falsa y engañosa, he de forzarla a que no lo sea para mí; a que no distorsione, sino que transparente; a que revele, y no mienta; a que diga lo que soy, en vez de disfrazarme de otra cosa.
Porque si consigo hacerlo, aunque sea sólo un instante, en un fugaz poema, entonces la palabra, durante ese mísero minuto, no separa sino que comunica; y porque mientras dura ese minuto no hay distancia ni miedo ni desolación; por todo esto, desde la soledad, tempranamente he tomado la palabra.
Porque no tengo rostro ni consisto más que en desorden, vértigo y locura, pero si alzo la voz en un poema no hay lucidez que falte en su conjunto; y porque, mientras digo ese poema, tan coherente y real como el poema soy; por todo esto, desde el caos, yo he tomado la palabra.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

LA SECTA DEL PERRO

Boris
Postearé algo que peripatéticamente, o sea, caminando con un socio, que es filosofar al modo aristotélico, comentaba cual lección de mi paso por casa de esa ñorsa* (*ver post anterior).
Lo que esté en 1era persona del singular no estará así por egocentrismo (no en este caso) sino para que no suene a imperativo o moraleja. Así, si otro quiere adoptarlo, adelante, y si nadie quiere hacerlo, igual.
Aquí NO hay sabiduría. Pero al que le pueda pegar, que lea:
1. Caminar por empinadas calles rápidamente algunos kilómetros bajo el sol, como mi interlocutor y yo hacíamos al comentar esto, para esa señora no es posible, ya que no puede andar media cuadra sin una camioneta con aire acondicionado.
2. De hecho, esa pobre señora apenas puede moverse.
3. Para un indigente extremo ni siquiera ir en colectivo es una opción.
4. Un pasaje de colectivo, para ese indigente extremo, pertenece al conjunto de lo inaccesible, que para él es el de casi todo lo existente.
5. En ambos casos pierdes libertad.
6. Por mi parte, pues:
7. no quiero tan poco,
8. como para no poder hacer casi nada,
9. ni tener más de lo imprescindible,
10. porque eso te hace depender de lo superfluo (que se te vuelve imprescindible),
11. y porque poder hacer menos cosas sólo con tus capacidades te hace eso: menos capaz, o capaz de menos;
12. por ende, te menoscaba y debilita,
13. de modo que, en cierta forma, eres menos cuando tienes más.
14. Así que, en cierto modo, deseo ser capaz de tener lo menos posible.
15. Una señora como ésa se vuelve menos libre por depender de más cosas
16. y esa ñorsa, si alguna vez la tuvo, pierde libertad.
17. (Claro que eso a la ñorsa no le interesa.)
18. El indigente no ha podido perder lo que nunca tuvo, es decir que no ha perdido nada.
19. Pero la pérdida de libertad de la ñorsa me da la sensación nauseabunda de una degradación turbia, de un oscuro envilecimiento. (Éste debe de ser uno de los motivos por los que tal ñorsa siempre me causó una confusa repugnancia, que sólo ahora empiezo a comprender.)
20. Finalmente, conecto esa reciente experiencia con la Secta del Perro, recordando que se contaba de Diógenes que se puso contentísimo al ver las comodidades, lujos y refinamientos que ante él se exponían, diciendo: “¡Chaaaau, cuántas cosas que yo no necesito!”.
21. Diógenes y todos los cínicos, o “canes” me dieron mi único proyecto importante.
22. Pero cuando el aguafiestas y cortamambo Principio de Realidad intervino aclarándome que no estamos en la Atenas donde Crates iba medio en bolas por el Ágora y que si lo emulo la onda se va a densear aunque explique que profeso la filosofía cínica, renuncié a mi sueño de vivir conforme a lo que llamo libertad.
23. Cierto que renuncié, pero lo hice muy-muy-frustrada, y nunca dejó de atormentarme tan feroz frustración.
24. Mi primer y más grande entusiasmo, infantil por su remoto inicio, ni terminó con la niñez ni terminó realmente nunca: ¿cómo resignarme a no vivir según las ideas de la única escuela filosófica que respeto y amo incondicionalmente desde los 4 años de edad hasta este día del año 2009 en que tecleo el presente divague?
25. Pienso, después de lo sucedido, que quizá no esté perdido del todo el antiguo ideal de la Secta de los Canes. Tal vez bastará que alguien (o sea, obviamente, yo) vuelva a pensarlo hoy, de otra manera, leal, mas no literal. Alegremente vuelvo a decir, pues:
HONOR AL PERRO.

VIVE PARA TU FILME

El segundo taller lo pensé hace poco cuando me preguntaron si mi cumple fue el 12 de junio y repliqué que sí pero que estaba, por motivos muy raros y arduos de entender que mejor contaba después, en un lugar tan asqueroso que por no ver la cara de cerdo de una ñorsa me metí bajo las sábanas y no salí ni a la esquina.
Entonces, por cierto, la ñorsa se pichó al ver mi repugnancia y empezó a aplicarme mil formas del viejo y abusivo jueguito de la tortura psicológica. Y, éste es el lado cómico, me hizo “estelarizar” breve telenovela en el adorable, grácil, masoco, irrisorio papel de gentil e indefensa Cenicienta, víctima de ella, es decir, de la señora en cuestión, que, por su parte, física y psicológicamente es clavadita a la bruja del cuento; y personificamos tan bien como si otro (¿Dios? Qué mal guionista) hubiera hecho un casting.
¡Ay de mí [aquí les clavo suspiro+sollozo apagado+mohín+el combo completo y cuando quiero, me consta, soy del todo irresistible], tan cruel fue conmigo, snif, bujú, ¡ar!, ese sapo gigante con pollera, y tanto me torturó con el adiposo poder de la fealdad y la plata, dos caras de lo corrupto, y tanto odio volvió contra YO, dulcísimo ángel-luminosa hada-leve mariposa-damnificada de la poesía, que literalmente tuve que ser raptada en coche por unos amigos para huir aprovechando un descuido de la bruja!
Si le quito lo caricaturesco, Believe it or not!, es 100% cierto, así de raro es lo que me pasa todo el tiempo, aunque mueran de envidia los demás posers, y como nadie creerá que mi existencia es así, aunque lo sea de modo rigurosamente cierto, mientras yo viva, o sea, como estas cosas a uno se las creen sólo póstumamente, sobre todo si se hace una película sobre la vida de uno, convoco al primer taller exclusivo para posers "VIVE PARA TU FILME".

TALLER --EXCLUSIVO PARA POSERS

TALLER
«VIVE PARA TU FILME»
Sólo para POSERS

Todas aquellas gentes que NO se crean fascinantes hasta por tener pie de atleta, todas las que tengan de atleta algo MÁS que el pie, todas las que NO estén tan ciegamente seguras de que son extraordinarias que al contar sus idioteces NO traigan risas grabadas (llantos grabados / esputos grabados), todas las que NO hagan gárgaras de vodka para oler a cirrosis terminal, y en general TODAS aquellas gentes que apesten a naturalidad, por favor ABSTENERSE.
El primer valiente que se inscriba liga unas 2 o 3 remeras con su cara, además de la agradable envidia de todos los demás participantes.
Los últimos son loosers y se quedan a cargo de la boleta de Ande del local.

TALLER --CUANDO LAS PALABRAS...

TALLER
«CUANDO LAS PALABRAS NO SON SUFICIENTES»
ARTE Y CIENCIA DEL EMOTICÓN

Descuentos conversables para otakus y emos
Los que vengan casi a tientas o semi tuertos por tener medio flequillo tapando un ojo completo, 0,03 % de descuento; los que tengan cosido a tajos al menos un antebrazo, 0,031 % de descuento; etcétera.

SÓLO PARA JODER

A continuación me inventaré un emoticón capaz de transmitir el insondable abismo, la gratuita crueldad, la abisal atracción ante la propia, ilimitada capacidad para el horror y la malevolencia de mi mente torcida:



°_°



Me quedó tan %$#/fuck$”#!”Ç%ª@º!!!!#/º!!!! ñembo chúlina porque no conozco este teclado.

martes, 1 de septiembre de 2009

VED, AQUÍ UN FRAGMENTO DE, HUM, MI FILOSOFÍA, BY DAMA SATÁN, I MEAN, O SEA, YO

EL ESTILO

Uno hereda palabras, conceptos, un discurso que dice por igual las ideas y las pasiones de uno y las de cualquier otro. Que dice de mí sólo lo que ya tengo en común con cuantos hablan también ese lenguaje.
Lo que sólo mi ojo vio y sólo mi piel sintió, cómo sólo yo viví esas palabras y sólo a mi experiencia se dieron esos conceptos, conceptos y palabras no lo dicen.
Lo que dicen existía antes de mí y me sobrevivirá. Mi intransferible, solitario quemarme en el tiempo no lo dicen. El vértigo secreto de mi irrisoria mirada irrepetible no está en la vasta duración que me excede. Que sólo se aplica a mí como una ley a un caso.
Para decirme encontré palabras ya hechas: “miedo”, “locura”, “belleza”, “risa”, “caos”.
Dicen lo perdurable, lo que está en mí, en todos y en ninguno.
Y al decirlo me callan, pues dicen lo que perdura, mientras yo soy lo que muere. Lo incorpóreo y eterno del antiguo legado me niega porque yo soy el aullido del tiempo y de la materia.
Pero porque mi materia es la muerte tengo pulso. Porque mi corazón un día no lo hará, ahora palpita. Y porque en mí se encarnan los conceptos, estos no están inertes.
Se encarnen en cuerpo altivo y nervioso o pasivo y tardo, impulsivo y móvil o inhibido y cauto, enérgico y vivaz o lento y manso, si al decir yo las palabras logro que suenen con la física voz fugaz, mortal, de mi garganta, el ritmo de mi sangre dejará en ellas la marca de mi estilo y las animará con la vida fugaz de mi organismo.
Con mi estilo no doy forma al discurso desde fuera como quien lo decora u ornamenta. El ornamento es lo superficial; pero el estilo siempre es lo más profundo.
Por mi estilo, si acaso, por ejemplo, fui poeta, no me limité a escribir mi poesía, sino que la llevé puesta como los huesos.
Que tenga un estilo no implica que lo que escribo sea mejor o peor que lo de otros, sino que sólo yo puedo firmarlo, como sólo yo en mi nombre respiro, camino, hago el amor, sonrío, me ensombrezco, me asombro o me emborracho.
Lo que sólo yo soy, lo que en mí nace condenado a muerte, es lo que nadie más sabrá si no es por mí. No importa cuántas veces se haya dicho. Si yo lo digo como tan sólo yo puedo decirlo, estará siendo dicho ahora por vez primera. Esto es mi estilo.
Cuando yo sea polvo, mi estilo hará que brinquen las palabras con el ritmo de mis ademanes, y marcadas con sangre, con mi sangre, brillarán con la vida que lo eterno nunca les pudo dar, pues sólo lo que muere ha podido estar vivo alguna vez.